BARBARIE O CIVILIZACIÓN

Estoy ultimando mi artículo para La Voz de este mes y escucho en la radio que ha fallecido Tzvetan Todorov, el “historiador de las ideas” como se definía a sí mismo, y decido que me apetece hacerle un pequeño homenaje desde esta plataforma castelldefelense.
Recuerdo que hace casi diez años me impresionó su discurso al recoger el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales: “Esto nos atañe a todos, porque el extranjero no sólo es el otro, nosotros mismos lo fuimos o lo seremos, ayer o mañana, al albur de un destino incierto: cada uno de nosotros es un extranjero en potencia”. Allá por el 2008 la crisis ya había comenzado, pero muchos de nosotros y nosotras no éramos conscientes todavía, aunque existía ese miedo al extranjero, como sinónimo de inmigrante, no era del todo exteriorizado por buena parte de la población. Si me llamó la atención buena parte de su exposición fue porque evoqué el caso de unos chavales que me derivó la Policía Local al servicio de atención psicológica en el que trabajaba años atrás. Eran unos cuantos adolescentes que habían sido expulsados del instituto durante unos días por insultar y pegar a otros adolescentes de origen magrebí. Los fui recibiendo en la consulta de manera individual y la respuesta del porqué lo habían hecho era siempre la misma: “porque son extranjeros”, aunque todos lo expresaban más bruscamente, claro. También les preguntaba si habían viajado fuera por algún motivo fuera de las fronteras de España y todos me contestaron que no. Intenté razonar con todos ellos y hacerles entender que si en algún momento salían de aquí, los diferentes serían ellos y por lo tanto los rechazados, quizás, también. Después de unas cuantas sesiones conmigo, y también por la mediación de la policía local y otros servicios municipales y educativos, las aguas se habían calmado y los chicos volvieron a las aulas. Y justo me acabo de acordar de la situación y he realizado una “posibilidad-ficción” en mi mente: quizás alguno de esos chicos sea ahora mismo un extranjero trabajando o estudiando en Alemania o Londres o Estados Unidos. Y para rematar mi reconocimiento hago un “corta y pega” del último párrafo del discurso de Tzvetan Todorov, porque me veo incapaz de explicarlo mejor: “Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización. Los bárbaros son los que consideran que los otros, porque no se parecen a ellos, pertenecen a una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia. Ser civilizado no significa haber cursado estudios superiores o haber leído muchos libros, o poseer una gran sabiduría: todos sabemos que ciertos individuos de esas características fueron capaces de cometer actos de absoluta perfecta barbarie. Ser civilizado significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros; saber ponerse en su lugar y mirarnos a nosotros mismos como desde fuera. Nadie es definitivamente bárbaro o civilizado y cada cual es responsable de sus actos”. Y tú, lector o lectora, ¿qué practicas más asiduamente, la barbarie o la civilización?