Homenaje a Enrique Ripoll

Enrique Mª Ripoll Sanchez nació el 4 de septiembre de 1919 en Barcelona, donde disfrutó los primeros años de su infancia. Pocos años después, se trasladó con sus padres a Madrid, donde estudió bachillerato.
Tras el Golpe de Estado de 1936, y con tan solo 16 años, lo enviaron al frente en lo que se llamó la quinta del biberón, luchó durante toda la Guerra Civil. Al terminar, ingresó en la Academia de Policía de Madrid, de donde salió el segundo de su promoción, destinado a Barcelona en la Jefatura Superior de Policía en la brigada criminal, haciéndose cargo del grupo quinto.
Posteriormente, pasó por las comisarías del puerto Doctor Dou y Hostafrancs, donde, ya como inspector jefe, fue de nuevo a Madrid a la Academia de Policía, de donde salió como comisario. Al poco tiempo, el Ministro del Interior lo propuso como jefe superior de policía de Barcelona, a lo que él renunció por no estar de acuerdo con ciertas políticas. Casi como castigo, le impusieron su gran ilusión, fundar la Comisaria del Cuerpo Nacional de Policía de Castelldefels y Gavà, situada en la Masía de Can Roca de Baix, que data del siglo XVI, ejerciendo de Comisario Jefe desde el año 1978, hasta su jubilación.
Aun ocupando un cargo el cual requería la máxima atención y servicio a la ciudadanía, siempre encontraba tiempo para poder disfrutar de una de sus grandes aficiones, la vela. Tal era su afición, que en 1973 él junto a unos vecinos de Castelldefels decidieron pedir permiso a la Comandancia de Marina para encontrar un espacio en la playa donde poder tener sus embarcaciones, pero con eso no fue suficiente. Unos meses después redactaron el acta fundacional del Club Marítimo Castell-defels. Finalmente, tras la publicación del BOE que informaba de la concesión durante 30 años, el 11 de abril de 1975 Enrique Ripoll inaugura como socio fundador el Club Marítimo de Castelldefels, el cual a día de hoy sigue en funcionamiento.
El día 18 de enero de 2017, falleció una persona muy importante tanto para Castelldefels como para mí, Sandra Ripoll Hoerig, su nieta.
Hoy ya no estás entre nosotros, y aunque en vida siempre te he dado las gracias por todo lo que has hecho por mí, me gustaría que todo el mundo supiera la gran persona que eras. Tanto tú como la yaya, Teresa Mont Navarro, fallecida el 14 de julio de 2012, habéis hecho de padres y abuelos. Aun no siendo vuestra hija, me habéis tratado como tal, dándome todo el cariño y educación, sin pedir nada a cambio.
Siempre recordaré todos aquellos momentos que pasábamos juntos jugando al dominó, a las cartas, jugando a tenis en la calle cuando salía del colegio, regando el jardín, escuchando tus “batallitas” de cuando eras joven, aquellos veranos en Ibiza remando en tu “patín”…
Gracias a vosotros he tenido la mejor infancia que cualquier niña puede tener. Siempre estaréis en mi corazón, por eso, “no os recordaré porqué nunca os olvidaré”, aunque sí que os echaré muchísimo de menos.
Con todo el cariño,
Sandra Ripoll Hoerig