“El rock and roll, si te gusta,
si lo sientes, no puedes
hacer más que moverte a su ritmo.
Es lo que me pasa. No puedo evitarlo”.
Elvis Presley
Cuando estos días atrás escuché en la radio –en mi caso siempre es en la radio– que se cumplían cuarenta años de la muerte de Elvis, me vino un potente flashback, como en las películas, con su fundido en negro y todo: estoy en la casa de mis padres, tengo nueve años y estoy escuchando radio Manresa en un transistor negro con su antena cromada. Era etapa vacacional, porque no tenía clase y me quedo sorprendida cuando la locutora explica que el rey del rock ha muerto y exclamo preocupada: “Mari Carmen debe de estar llorando en su casa como una Magdalena” y le pido permiso a mi madre para ir hasta su casa, tres calles más allá. Mi madre me interroga levantando una ceja y ante mi frase “es que se ha muerto Elvis”, mueve la cabeza con aire condescendiente y me despacha con una coordinada adversativa de las suyas “pero tienes que estar aquí para poner la mesa antes de que venga tu padre a comer”.
Corro hacia casa de Mari Carmen. Me abre su madre y ni me pregunta qué hago allí a media mañana, solo se echa a un lado y voy directa a la habitación donde Mari Carmen tiene sus dos máquinas de coser. Está sentada en un sillón de escay marrón con una caja encima de las piernas llenas de recortes de revistas y diarios sobre Elvis. Está llorando y con muy mala cara. Acerco una silla y comienza a pasarme las fotos y los recortes entre hipidos y lágrimas.
Mari Carmen tenía unos diez años más que yo y era mi profesora de bordado a máquina. En ese momento era una obsesión de mi madre que aprendiera a bordar para estampar mi futuro ajuar con iniciales, flores y animalitos varios. Fue una suerte que nuestras madres se conocieran y que en lugar de ir a un centro de aprendizaje en la calle Guimerà, que quedaba demasiado lejos de casa, ella viniera a casa a enseñarme. Se venía con su magnetofón Philips y las cintas de casete de Elvis y alternaba las clases de cordoncillo, festones y rellenos, con la biografía y la discografía del cantante.
Cuarenta años después, mis neuronas siguen asociando a un Elvis en blanco y negro con letras de colores en batista de algodón. No sabría dar una puntada en un bastidor, pero soy capaz de identificar la mayoría de las canciones del rey del rock, hasta las menos conocidas.