Generaciones

El abuelo de 75 años, el hijo de 55, el nieto de 30  y su hijo recién nacido viajan juntos en el coche. Son familia directa y, cómo no, todos tiene su parte de homo economicus, pero están vinculados a cuatro realidades económicas muy diferentes. El abuelo se casó muy joven y tuvieron cuatro hijos. Trabajó siempre en la misma empresa donde había estado su padre. Todos vivían de ella, lo daban todo por ella y la llevaban en las venas. Siempre cuenta con orgullo que empezó de botones y acabó de director, lo suyo le costó. Les pagaban los estudios y gracias a su total dedicación, logró destacar. Como inversor creía que ahorrar era necesario por “si pasaba algún imprevisto”, le encantaba controlar los gastos y así consiguió juntar para el apartamento de la playa y un piso que ahora le complementa la pensión.

Su hijo se casó después de terminar la carrera y tuvo dos hijos. Ha trabajado en tres empresas del mismo sector y fue progresando con cada cambio. Cada vez que cambiaba, su padre no lo apoyaba y nunca estaba de acuerdo. Según él, se arriesgaba. Ahora espera que la empresa aguante la entrada de nuevos competidores extranjeros para poder jubilarse, aunque no lo tiene muy claro porque han hecho varios ajustes de plantilla. Por ahora, se ha salvado. Como inversor siguió los pasos de su padre comprando dos pisos. En el futuro, uno para cada hijo. También ha hecho sus pinitos en la bolsa y tiene las mismas acciones de empresas sólidas desde hace bastante tiempo. Le ha ido bien y no las quiere vender.

El nieto vive con su pareja y creen que con un hijo será suficiente. Aunque es joven, la inestabilidad laboral le ha afectado varias veces. Ha trabajado en cuatro empresas, dos han cerrado y ahora está considerando la posibilidad de empezar a ser un freelance. Su abuelo y su padre no lo entienden y no aprueban la decisión, a pesar de ellos, posiblemente lo acabará haciendo. El mercado laboral te lleva hacia ahí. A muchos amigos les va muy bien y consiguen trabajar por proyecto teniendo tiempo libre y pudiendo hacer sus propios proyectos. A diferencia de sus padres, no se plantea tener posesiones que le impidan moverse buscando las oportunidades de trabajo, vive de alquiler y algunos fines de semana alquila un coche. Como inversor opera con empresas fintech y pone su dinero en varias webs que le permiten seguir las operaciones de inversores en bolsa e incluso ser dueño de participaciones de pisos que comparte con centenares de personas. Cree que las empresas viven ciclos muy cortos y sólo considera el corto plazo, comprando y vendiendo muy rápido. No le va mal.

El sucesor es demasiado pequeño para preocuparse por su faceta de homo economicus. Por ahora, sólo sabemos que pasará de los cien años de vida y que vivirá en un mundo tecnológico muy diferente al que hoy conocemos.

Estas cuatro generaciones van en el mismo coche pero viviendo mundos diferentes, cada día más distantes y en constante cambio. Son el reflejo de la evolución económica. Para ayudarse tendrán que aprender unos de otros; los mayores a realizar inversiones a corto plazo y los jóvenes tendrán que aprender a consolidar. Tendrán que centrarse en entenderse, buscar los puntos comunes y ver qué pueden hacer juntos.

La mayor habilidad del homo economicus es aprender a adaptarse al cambio que provoca la evolución económica y aprovechar sus oportunidades.