David Crespo, autor de la novela “El jardín de Sonoko”

«El arte es un catalizador fundamental en mi vida, es una medicina sin la que estaría perdido»

Qué tiene esta historia de amor de poco convencional?
Todas las historias de amor son poco convencionales, cada una es única, personal e intransferible, como los carnets de identidad o de las bibliotecas. Todo el mundo vive su historia de amor de manera incomparable o así debería ser. Pero si nos referimos a la novela, creo que lo que la hace poco convencional es el modo categórico con el que el destino se interpone en lo que a priori parece ser solamente una relación laboral. Todo se complica de tal modo que Kaoru, a pesar de los recelos y temores que le causa cualquier tipo de innovación, se ve obligado a cambiar, y otro tanto le ocurre también Sonoko. Los protagonistas de la novela no pueden más que metamorfosearse con el fin de hacer frente aquello que sienten o que creen sentir y que les arrastra lo quieran o no hacia un futuro incierto.

Su novela es como un viaje a Japón ¿Cómo se ha documentado?
En referencia a Japón no me he documentado especialmente. Me casé allí y he estado en un par de ocasiones durante bastante tiempo. Las localizaciones son los lugares que frecuentaba en Kioto, sitios donde me gustaba estar, ver y observar. Por lo demás, supongo que mi documentación ha sido inconsciente y constante a lo largo de los años y está basada tanto en mi pasión por la literatura como en el cine japonés.

¿Está el destino trazado por un hilo rojo?
A riesgo de parecer ingenuo, sinceramente creo que sí. La mayor de las veces no somos capaces de darnos cuenta de por qué nos ocurren las cosas que nos ocurren, pero si nos fijamos en las señales y en los detalles más insignificantes; si prestamos atención a esa hoja que cae de un árbol, al escarabajo que camina a través de nuestra sombra o en el recorrido que realiza la manzana que se nos cae de la cesta para ir a parar a los pies de una señora en el supermercado, descubrimos conexiones donde antes no había nada. La observación de esos detalles es algo que debe ejercitarse para que pueda llegar a ser significativa al igual que ocurre con los sueños. Con el paso de los años nos hacemos conscientes de que las cosas que en su día nos hicieron daño, y a las que no veíamos ningún sentido, nos han facilitado la realización de cosas que de otro modo no hubiéramos logrado. Pero esto no quiere decir que debamos esperar al destino sentados y con los brazos cruzados, en cualquier momento deberemos estar preparados para una toma de decisiones y cuando eso ocurra lo sabremos. Kaoru y Sonoko viven uno de esos lapsos de inflexión y actúan en consecuencia.

¿Qué hace del protagonista, un tipo tan peculiar, tan entrañable?
Kaoru da cierta lástima porque no sabe o no puede hacer nada que se salga de sus rígidos patrones de vida. Se obliga a vivir con una coraza para que nada pueda volver a hacerle daño, algo que todos sabemos que es imposible. Es un ser extremadamente sensible provisto de un potencial atípico y maravilloso del que decide prescindir por ciertos motivos. Imagino que más de un lector tendrá ganas de meterse en el libro bien para sacudirle y ver si espabila, bien para darle un abrazo de consuelo. Por otro lado, la simpatía que despierta se debe, lógicamente, a que la suya se trata de una personalidad con la que muchos pueden llegar a sentirse identificados, pues quien más y quien menos tiene complejos e inseguridades. Eso sí, sabe ser tremendamente visceral cuando tiene que serlo.

¿Es una novela de casualidades o causalidades?
Es una novela de causalidades. En ella se producen determinados efectos, situaciones rocambolescas que, aparentemente, no tienen una causa visible o clara pero que existe y afecta a los protagonistas hasta el extremo que los determina de manera vital.

¿Hay magia en su novela?
Sí, hay magia, pero como la hay en cualquier cosa que hagamos con pasión.

Bibiana Ripol