Bitcoin

Mucha gente me pregunta si merece la pena invertir en Bitcoins. Desde el punto de vista de un homo economicus que prioriza la racionalidad financiera, la respuesta es compleja. Por un lado, existen futuristas defensores que consideran que está revolucionando el mundo financiero y llegará a ser la moneda predominante a nivel mundial y, por otro, auténticos detractores como los bancos centrales preconizando una gran estafa porque escapa a todo control.

Bitcoin es una criptomoneda o una moneda digital que sirve como medio de pago, intercambio y reserva de valor. A diferencia de otras monedas, carece de un emisor central como los euros o dólares. Está descentralizada, no hay ninguna institución, empresa, Estado, asociación u organismo detrás que lo fiscalice. Su esencia es evitar los intermediarios y para ello se apoya en la tecnología blockchain, que sería un gran libro contable público con todas las operaciones para evitar dobles usos y falsificaciones. Cada transacción genera una larga cadena de bloques que es aceptada por la red de ordenadores previniendo otras compras con esa misma moneda. El gran beneficio es la inexistencia de intermediarios que lo convierten en un sistema de cobro online preferido porque las comisiones son muy bajas beneficiando el creciente negocio por internet.
Ahora bien, no es la única moneda digital, existen más de un centenar como Ripple, Litecoin y otras muchas. La segunda más popular es Ether y ha dado un paso más respecto al Bitcoin con su plataforma propia Ethereum. Una gran infraestructura tecnológica que ha reducido de diez minutos a unos dieciséis segundos la validación de cada operación.
Los opositores invocan problemas como la seguridad jurídica y las garantías inexistentes del Bitcoin. Consideran que son inversiones de alto riesgo porque se prestan a un fraude fácil, por ejemplo, para el blanqueo de capitales. De hecho, casi todas las instituciones económicas internacionales se han pronunciado claramente en contra por falta de regulación e intentan concienciar que no existe ningún mecanismo de protección real. En general, los bancos consideran que es un elemento de especulación pero algunos están intentando ver cómo trabajar con criptodivisas por la presión que ejercen los propios clientes.
Eso sí, existe un gran problema objetivo. El Bitcoin no puede predecir los comportamientos de su valor porque no responde a ningún mecanismo productivo ni económico. Es pura oferta y demanda, por lo tanto, totalmente volátil. Casi todos los días hay fluctuaciones de miles de dólares que lo disparan o desploman. Imagínese que el valor de su patrimonio disminuye a la mitad en pocos días, realmente dramático.
Las opiniones están muy divididas pero, en realidad, las criptomonedas están creciendo de forma vertiginosa y cada día su presencia es más cotidiana. Es una tendencia imparable. En todo caso, es una moneda que enamora y, a la vez, asusta.