Construir señas de identidad

Los pueblos van construyendo sus señas de identidad incorporando, en muchas ocasiones, costumbres procedentes de lugares diversos, en ocasiones lejanos, en ocasiones próximos.
Catalunya, que siempre ha sido un territorio compuesto por personas abiertas a la integración de costumbres, es un ejemplo de ello. Repasemos algunas: Los castellers tienen su origen en la “muixeranga” valenciana; el exquisito pan con tomate dicen algunas lenguas que tiene su origen en los obreros murcianos que reblandecían el pan duro restregando el tomate, por poner algunos ejemplos.
Quiero detenerme en el uso de la i entre apellidos. El uso común en Cataluña era que, como en los países europeos, la mujer catalana al casarse adquiría el apellido del marido. Únicamente en el caso de que se casaran el hereu y la pubilla la descendencia llevaba el apellido del padre y la madre separado por una i. En España, en cambio, la descendencia llevaba ambos apellidos, el del padre y la madre y en ocasiones cuatro. En 1861 se legisla que se deben llevar dos apellidos y separar estos por una y para distinguir los apellidos compuestos de los simples. Es a partir de entonces que las catalanas, por imitación a lo que sucede en el resto de España, empiezan a usar su apellido y se generaliza el uso de la i entre ambos apellidos. La legislación posterior catalana recoge entonces esa costumbre como una posibilidad legal y es así como se establece como seña de identidad catalana. En cambio, en el sistema español, desde el año 2000 ya no existe la obligación de usar la y entre los dos apellidos.
Sea como fuere, la identidad de un pueblo no solo se hereda sino que se construye, es decir, todo empezó un día del que con el paso de los años nadie recuerda. Tal vez hoy se esté iniciando una identidad que se reconocerá como tal pasados los años.

África Lorente.