He decidido adelantarme al verano a través de este post e intentar así que al fin llegue el sol y el calor. No sé vosotros, pero yo soy más de verano y el de este año se está haciendo de rogar y mi cabeza solo piensa en disfrutar del sol, la playa y los chiringuitos.
El título del post lo vais a entender muy rápido. Por un lado, como decía Serrat: “yo nací en el Mediterráneo…”, y de hecho aquí sigo, y ese vínculo con mi mar es fuerte. Por otro lado, ¿hay algo más mediterráneo que tomar una cervecita al sol? Pues de la más mediterránea de todas las cervezas os voy a contar su historia.
Solo decir Mediterráneamente muchos ya sabréis de qué cerveza hablo. Lo que quizá no sepáis es que sus creadores no tenían nada de mediterráneos.
Debemos remontarnos a la Guerra Franco – Prusiana en los años 1870-1871. En ella se enfrentaban el Segundo Imperio Francés contra el Reino de Prusia (que contaba con la ayuda alemana). El resultado de esta guerra fue el fin del Imperio Francés y el inicio del Imperio Alemán, que se anexionó la zona francesa de Alsacia.
Precisamente, este verano pude visitar esta preciosa zona y está más que patente la huella alemana en lo que hoy ya vuelve a ser Francia. Igual que ha sucedido a lo largo de toda la historia y de todas las guerras, muchos de los habitantes que vivían en zonas de conflicto decidían abandonar su tierra y marcharse a otro lugar buscando la paz que la guerra les había robado.
Desde esa bonita Alsacia emigraron hasta Barcelona August Kuentmann Damm y su esposa Melanie. Ambos eran maestros cerveceros, así que estaba claro el negocio que iban a iniciar en 1876 en Barcelona. Fundaron la llamada Sociedad Anónima Damm y crearon una cerveza diferente y única. La receta era, y es, malta de cebada, arroz y lúpulo (todo 100% natural). Era distinta a propósito, ya que la crearon más suave pensando en los gustos y gastronomía mediterráneos. Su nombre original era “Strasburger Bier”, probablemente en honor a Estrasburgo. Su símbolo era una estrella roja así que nadie la llamaba por su nombre real sino “la de la estrella”.
Pasada la Guerra Civil española, en 1939, y a raíz del triunfo franquista la estrella roja se vio obligada por el régimen a ser dorada. Ya sabéis que todo lo rojo iba a la cárcel por aquel entonces…
Pasadas décadas, ya en 1991 la estrella continuó y continúa siendo dorada pero su fondo volvió a ser rojo. Fue en esta fecha cuando definitivamente adquirió el nombre de “Estrella Damm”, adoptando así el segundo apellido del creador. El primero era demasiado difícil de pronunciar.
Y desde unos años después, el verano no llega oficialmente hasta que no vemos en la televisión sus geniales anuncios por los mejores rincones de Mediterráneo apostando por disfrutar de la vida en su esencia: amigos, sol, mar, tradiciones, música y, por supuesto, cerveza. Cómo olvidar los paisajes de la Serra de la Tramontana en Mallorca, Formentera, Menorca, Cadaqués…
No veo mejor manera de acabar este post que citando la frase con la que finaliza el anuncio Estrella Damm del verano de 2009 en Formentera: “Lo bueno nunca acaba si hay algo que te lo recuerda” ¡Feliz verano 2018!
Silvia García
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