Confieso que convivo entre contradicciones. Algunas son de un tono menor, no me agobian, no me preocupan en exceso. Con otras contradicciones lo llevo peor porque son de mayor calado. Ahora mismo, en la ciudad, me genera una de estas últimas contradicciones la situación que se está viviendo con los terrenos que hay justo enfrente del Colegio Can Roca, en el entorno del Parque del Castillo.
Por mi manera de pensar, sentir y entender el mundo, defiendo cualquier espacio de naturaleza que pueda verse amenazado por la mano del hombre. Este espacio natural, el terreno de la discordia, también. Se trata de un grupo de pinos, algarrobos y otras especies de gran valor sentimental, aunque no sean centenarios porque los más viejos se plantaron en 1956. Sesenta y dos años sí, algo más de medio siglo. Más de medio siglo también tenían, por cierto, los pinos y los algarrobos de mi infancia, que hace varias décadas desaparecieron en zonas de la ciudad como Canyars por culpa de grandes promociones inmobiliarias, ahora muy valoradas por la propia ciudadanía de Castelldefels, que es quien ocupa esas viviendas. Por no hablar de Can Roca y La Muntanyeta, zonas ahora altamente edificadas, barrios próximos al lugar de la polémica que, allá por los años 70, 80 y 90, en mis tiempos de escolar en Can Roca, eran lugares bastante más verdes y frondosos que los terrenos que ahora se reivindican.
Mi contradicción viene precisamente por esa vivencia personal. Estando en parte de acuerdo con la protesta vecinal de la actualidad, me pregunto por qué no me movilicé con la suficiente fuerza, junto con el resto de mis vecinos, contra las construcciones de todas las promociones inmobiliarias que se han edificado en los últimos 25 años en La Muntanyeta, Can Roca, Canyars o Can Bou. Todas esas viviendas se levantan sobre las raíces destruidas de pinos y algarrobos como los del Parque del Castillo. Ahora ese dolor ha vuelto a estar muy presente para mí. Y otra contradicción que arrastro tiene que ver con que ahora sí que hay un plan para invertir en vivienda social, cuando en ninguno de los otros proyectos inmobiliarios se invirtió ni un euro en ello. Me contradigo, reflexiono, pongo argumentos en ambos lados de la balanza y no lo veo ni blanco ni negro.
En el gris convivo con mis contradicciones, con mis dudas.