Redacción Linda López
Necesitaría todo un periódico para definir a esta gran mujer. Necesitaría miles de páginas para detallar todo el trabajo que hay detrás de esa dulce expresión, paciente gesticulación y maravillosa locución. Mi cuerpo se estremece al oírla hablar a la vez que siento un inmenso honor al dirigirme a ella en esa pequeña oficina en la que vibra paz, armonía y mucho trabajo.
Desearía que esa conversación no hubiera acabado. Pero Anna Ferrer (Gran Bretaña, 1947) es una mujer muy ocupada que no obvia ningún detalle de la Fundación Vicente Ferrer (FVF y RDT, en India) de la que está al mando de todo. Una todoterreno británica que se siente india y que con tan solo 16 años aceptó la propuesta de dar la vuelta al mundo en otro todoterreno junto con su hermano y su mujer.
El destino quiso que un día esa joven periodista entrevistara al Padre Vicente Ferrer en un encuentro que cambiaría sus vidas para siempre. Nadie pudo prever que casi 50 años más tarde siguen soñando despiertos logrando erradicar la pobreza extrema en la India.
Vicente Ferrer no está en cuerpo pero su alma reaparece en cada una de las 3.648.591 personas que se benefician del programa de desarrollo integral, en cada uno de los 119.335 sonrientes niñas y niños apadrinadas/os, en cada esquina de los 3.662 pueblos en los que trabaja la Fundación.
Lo que ellos logran en la India a cada segundo nuestra cruel Europa es incapaz de proporcionar pizcas de dignidad a todos esos inmigrantes en busca de una vida mejor. Los tratan como criminales sin recordar que huyen por miedo. Si la FVF encontró agua en el desierto, Europa puede ayudar a los que solo buscan vivir dignamente.
Si quieres tomar una de las mejores decisiones de tu vida, APADRINA a un niño. Si quieres que te cambie la vida, VIAJA a Anantapur (India).
Si quieres añadir un ejemplo a tu vida de ser extraordinario, comprometido con lealtad, pasión, determinación y bondad CONTINÚA LEYENDO.
ENTREVISTA en Anantapur (India)
Cuando tu hermano decidió iniciar una vuelta al mundo en los años 60 y decidiste unirte con apenas 16 años, ¿qué dificultades encontrasteis en el camino? Ahora es muy fácil viajar… ¿Por qué elegisteis venir a la India?
Cuando mi hermano me propuso hacer un viaje alrededor del mundo no me lo pensé mucho, ni entré en valorar pros y contras. La propuesta me sedujo al instante y me lancé a ello. Así que respondí con un: “Sí, por supuesto”. Siempre he sido un poco impulsiva.
El viaje nos condujo, a través de Europa, hacia la mitad de Asia. Recuerdo que una de las cosas más engorrosas era el sinfín de papeles que teníamos que hacer cada vez que entrábamos en un país y los constantes pinchazos de las ruedas del jeep. Aunque tampoco lo definiría como dificultades, sino como experiencias.
Si te soy sincera, pienso que no fui yo quien eligió venir a la India, sino la providencia. De hecho mi hermano y su mujer se habían enamorado de Afganistán y pensaron en quedarse, pero no encontraron trabajo y por eso decidimos seguir hasta la India. Si nos hubiéramos quedado en Afganistán imagínate qué de diferente habría sido la historia. Estoy segura de que, de ser así, no habría conocido a Vicente, que por esas fechas ya estaba por Manmad (estado de Maharashtra, en el oeste de la India).
¿Cómo es el día a día de Anna Ferrer?
Empiezo el día haciendo una hora de ejercicios de yoga Pranayama (respiraciones) y un poco de meditación. Me da energía y bienestar para toda la jornada.
Mi día a día se basa en el trabajo directo con la gente, ya sea en terreno, visitando algún proyecto, supervisando los hospitales de la FVF o en mi oficina, ya sean empleados, población local o cualquiera que tenga algo que decir y compartir. Gran parte de mi día lo dedico a solucionar problemas que ayuden a mejorar día a día nuestro trabajo.
Parte de mi trabajo es también el seguimiento y monitorización de los proyectos, tarea que comparto con Moncho, mi hijo. Él se encarga de unos y yo de otros.
En líneas generales, podríamos decir que mi rol en la organización es el de aportar motivación, unidad, dar a conocer nuestro dharma y solucionar problemas. Algo que llevo haciendo desde hace 50 años. Desde que llegamos aquí en 1969, sé que mi lugar está al lado de los que más lo necesitan y de los que sufren. No se trata solo de llevar a cabo grandes proyectos ni grandes ideas, sino de estar donde la gente está sufriendo.
Ah, y para relajarme me gusta cuidar de mis animales. Tengo 5 perros y 7 gatos, y también cocinar.
El año que viene la Fundación cumple medio siglo, ¿cuál ha sido el mejor y el peor momento que has vivido al mando de ella?
Creo que empezar todo esto fue la mejor parte, cuando no había ni teníamos nada. Esa sensación de dar vida, de crear algo que sabíamos que iba a llenar nuestras vidas y cambiarlas para siempre es difícil de expresar con palabras. En cierto modo, contribuimos a devolver la dignidad a aquellas personas que no tenían nada.
Hemos vivido momentos de gran dificultad pero siempre hemos gestionado esas dificultades de forma positiva y mirando al futuro. Vicente era una persona que siempre motivaba a los demás y creía firmemente que todo problema tiene solución. Era una persona siempre positiva, feliz y que miraba hacia adelante y contagiaba de eso a los demás.
3.648.591 personas que se benefician del programa de desarrollo integral, 119.335 niñas/os apadrinadas/os, 3.662 pueblos en los que trabaja la Fundación ¿cuál es la receta para el tan buen funcionamiento de esta ONG?
Creo que la clave del éxito de nuestro proyecto ha sido contar con una organización estructurada y transparente, compuesta en un 95% por población local; vivir al lado de la gente, conocer sus condiciones de vida y tener una relación cercana con ellos; y por último, creer firmemente en la capacidad y habilidad de cada persona de liderar los cambios que necesita su población. Ah, y la providencia ha jugado también su papel, ¡por supuesto!
Todo ello es lo que nos ha permitido obtener resultados y eso hace que la gente crea en nosotros y, por lo tanto, cada vez sean más los que se animan a participar, ayudar, dar y compartir, tanto en España como en la India.
Empoderamiento de las mujeres, mucha educación y sanidad, viviendas dignas, ecologismo, inserción laboral de personas con discapacidad… ¿Algún otro sueño por cumplir?
Acabar con la discriminación hacia las mujeres y la violencia que sufren. Llevamos 50 años trabajando en el progreso económico y social de las mujeres de esta zona de la India. El siguiente paso es consolidar un equipo para trabajar con mujeres y hombres para crear una verdadera igualdad y capaz de acabar con la violencia hacia las mujeres.
¿En la actualidad estáis trabajando con los chenchus (grupos tribales)?
La Fundación Vicente Ferrer, en línea con el dharma que ha guiado nuestra actividad desde el principio, busca por un lado alcanzar la excelencia en la asistencia y el apoyo y, por otro, llegar al mayor número de personas que lo necesite. Este último objetivo es el que nos ha llevado a estar constantemente respondiendo y buscando nuevas áreas en las que se nos necesite.
En el bosque de Srisailam, vivía el grupo tribal de los chenchus desde hacía centenares de años. Recuerdo un hombre mayor de la tribu de los chenchu que me dijo una vez: “Si no avanzamos ahora, en 50 años tendrás que ir a un museo para encontrar a un chenchu”.
El Gobierno les ha dado tierras y algunos se han pasado a la agricultura, pero hasta ahora su principal forma de vida era a través de la caza, la recolección de fruta del bosque para autoconsumo. A día de hoy, sus carencias son enormes en materia de sanidad, educación, higiene… Trasladarnos a la zona de los chenchus fue un paso muy importante y gracias a la experiencia acumulada a lo largo de años hemos logrado magníficos resultados en mucho menos tiempo.
Primero Andhra Pradesh, luego Telangana, ¿otras regiones o países en mente a los que llegar?
La Fundación posee los conocimientos, el espíritu y la determinación para acudir a cualquier parte tanto en la que se nos necesite.
Hablando de números, el 80 % de los beneficios son fruto de apadrinamientos, ¿se ha notado la crisis económica española en la Fundación? ¿Qué otros países colaboran activamente con la FVF?
Efectivamente nos afectó. Perdimos a un número de colaboradores y padrinos maravillosos y fue una pena, pero conseguimos mantener a más de ciento diecinueve mil padrinos y madrinas y colaboradores. Todos ellos muy leales, entregados y totalmente comprometidos con la lucha por la justicia social.
Si hablamos de la parte formal, la FVF tiene su sede central en Barcelona y siete delegaciones en toda España, que hacen un trabajo y han conseguido crear una verdadera red de colaboradores. Además, contamos desde 2016 con una oficina en Washington, en Estados Unidos, país estratégico por los vínculos históricos con la India.
Vicente Ferrer dijo que tus palabras son las suyas, ¿qué les dirías a nuestros lectores que no conocen la Fundación Vicente Ferrer?
Les diría que si algo he aprendido después de 50 años en la India es que nada es imposible. Para muchos, erradicar la extrema pobreza es solo un sueño, pero no para nosotros. Si realmente quieres hacer algo, lograr algo, solo tienes que creer en ello.
La suma de miles de pequeñas aportaciones y gestos es lo que hace posible los milagros. Y es lo que a nosotros nos ha permitido llegar a más de 3.000 aldeas y seguir creciendo. Si yo estoy aquí hoy, es porque Vicente me convenció, al igual que a miles de personas, de que todo el mundo debería tomar parte ante el sufrimiento ajeno.
CUESTIONARIO DE LA VIDA:
Una comida: Masala dosa, chutney y samba. El típico desayuno indio
Un libro: Los libros de James Herriot
Una película: Ghandi
Una canción: Morir al lado de mi amor de Demis Roussos
Un paisaje: Anantapur. Su sequedad, la formación de las rocas, la tierra roja…
Un invento: El móvil.
Una ciudad: No me gustan las grandes ciudades
Un lugar: Las zonas rurales
Un deseo: Ayudar a cuanta más gente mejor
Un sueño: Un mundo inclusivo, dialogante, alegre, justo y en el que gobierne la paz.