Sobre histerias, vibradores e insights

En algunas ocasiones, comentarios que inicialmente parecen dichos de pasada por un emisor, provocan en algún receptor un “insight”, es decir un “darse cuenta”, sorprendente. Y eso fue lo que me pasó hace unos días: un amigo psiquiatra me invitó a participar en la tertulia post-función de la obra de teatro “L’habitació del costat” que hasta el 3 de febrero se representa en La Villarroel. La excusa de la obra es la invención del vibrador como máquina para curar la histeria o paroxismo histérico en la época victoriana, pero la finalidad de la autora y del director es que reflexionemos sobre la sexualidad y la afectividad de la mujer, pero también de la del hombre, buscando diferencias y similitudes con el momento actual. Y sobre eso versó la tertulia entre los dos psiquiatras, la dueña de una tienda de juguetes eróticos, los actores y las actrices, buena parte del público y yo misma como psicóloga-sexóloga. Fue un coloquio divertido e interesante a partes iguales, pero una aportación del psiquiatra Josep Ramon Domènech, que ejercía de moderador, me provocó un flash mental que tiene mi mente en búsqueda activa de información y de coincidencias desde entonces.
Su contribución, que resumo, fue la siguiente: la patología histérica que ha ido evolucionando respecto a su catalogación en el manual de los trastornos mentales y que en la actualidad recibe el nombre de trastornos somatomorfos , también ha ido mutando de cara y en el siglo XXI la conocemos como fibromialgia, síndrome de fatiga crónica e intolerancias idiopáticas ambientales, entre otras. Puntualizó que era una hipótesis arriesgada y que seguramente muchos profesionales no estarían de acuerdo, pero en mi cerebro plantó la semilla de la curiosidad.
Le he pedido más información al doctor y me ha enviado una tesis de una doctoranda francesa y un número de la revista “Cuadernos de psiquiatría comunitaria” que versa sobre el tema en cuestión y estamos manteniendo una comunicación al respecto. Yo le he enviado la referencia del libro escrito por una neuróloga inglesa con un título bien descriptivo: “Todo está en tu cabeza. Historias reales de enfermedades imaginarias”, y que me pareció interesantísimo cuando lo leí hace un par de años.
Llevo mucho tiempo intentando ayudar a muchas mujeres y también a algunos hombres diagnosticados de estos tres síndromes, y cualquier aportación que me arroje algo de luz me parece interesante. Aunque reconozco que la palabra histeria me produce inicialmente rechazo por las connotaciones negativas que tiene en la actualidad, pero quizás es el momento de sacudir de mi mente algunos prejuicios y abrirla a viejas aportaciones revisadas.

1Tener síntomas físicos para los cuales no se encuentra ninguna explicación de origen orgánico. El sinónimo coloquial sería trastorno psicosomático.