El país se nos está llenando de fachas. Es posible que ya estuvieran entre nosotros pero ahora van por la calle sin freno, sin cadena, sin pudor, sin vergüenza. Ya no se acomplejan por lo que son, lo que dicen y lo que piensan. Están orgullosos y cada vez son más. Y para los aspirantes a fachas que todavía se dejan llevar por el miedo, ahí están los halcones más “echaos pa´lante” de la ultraderecha que se encargan de despabilarlos para que los más tímidos salgan definitivamente del armario de la caspa nacional. Se unen en tropel, pactan juntos gobiernos, sellan España a golpe de loctite fachoso, vociferan e insultan en manada, destrozan a golpe de bate de béisbol la memoria histórica o la lucha feminista por la igualdad entre hombres y mujeres. Son una joya. Son lo “mejorcito” del país, porque en su seno, en el interior de sus cerebros privilegiados permanece, llena de moho y suciedad, la pura esencia de la España más repugnante.
Es ese país que considera que el mejor avance es la regresión, la vuelta al pasado, al aborto de 1985, a la desaparición de las leyes de igualdad, a la unidad de España “por mis cojones”, a la imposición de valores culturales, lingüísticos y de sentimiento nacional únicos, grandes y libres. Es la España de la caza, los toros y el folclore local como valores supremos. Es la España de la uniformidad, la amnesia histórica y la discriminación y la negación de derechos a quienes no sean como ellos.
Ojalá todo esto fuera una pesadilla pero no lo es. La ultraderecha ha saltado al ruedo político y va a costar un poco que salga de ahí. ¿Por qué? Porque sus mensajes directos, simples, cargados de bulos, mentiras y prejuicios; poco elaborados y muy impactantes tienen un público muy receptivo a su asimilación. Ojalá ese público cargado de podredumbre intelectual no sea masivo, pero no descartaría esa posibilidad de futuro. Con este panorama, pensemos muy bien qué es lo que decidimos cuando seamos llamados a las urnas en las próximas elecciones municipales y europeas del 26 de mayo.
Esas elecciones serán un plebiscito sobre la ultraderecha. O la frenamos o nos envían de un patadón de vuelta a las peores épocas del siglo XX.