¡Bravo, José Antonio!

Estoy repasando, de manera algo distraída, las noticias y comentarios que mis amistades han compartido en Facebook en los últimos días y, de pronto, me detengo en la de mi amigo de la infancia, José Antonio Bravo, y mi cuerpo se estremece al leerla de nuevo: “Soy de la asociación Stop Accidentes y ayer estaba dando un curso como víctima, intentando impedir situaciones como la de Reyes. No le hacemos ningún favor a la sociedad no explicando la negligencia y la temeridad del caso. En mi accidente una persona, como en este caso Reyes (lamento muchísimo su muerte), colisionó contra mi coche y mató a mi padre y a mi hijo. Eso, por desgracia, es lo que pasa normalmente, las víctimas se producen en el coche que recibe el impacto (es física…). Bravo Cañizares, te lo dice alguien que también perdió a su hijo”. Recordé que había escuchado la noticia en la radio y que mi reacción al saber que iba a más de 230 km momentos antes del accidente, me dejó reflexionando unos minutos sobre por qué fabrican y venden coches que pueden alcanzar esas velocidades y cómo alguien es capaz de apretar el acelerador hasta ese límite sin pensar que pone en riesgo su vida y la de otras personas. Pero la curiosidad me hace indagar más en la muerte de José Antonio Reyes que se había producido unos días antes, y siguiendo el comentario de mi amigo, busco las declaraciones del también futbolista Santiago Cañizares sobre lo ocurrido: “Circular con exceso de velocidad es una actitud absolutamente reprochable. En el accidente ha habido víctimas además del conductor, lo cual es muy grave. Reyes no merece un homenaje como si fuera un héroe. Pero eso no quita que lamente lo ocurrido y que rece por sus almas”. Y la polémica en las redes sociales servida porque hay individuos que confunden el tocino con la velocidad, y nunca mejor dicho. La asociación a la que pertenece mi amigo, Stop Accidentes, ha apoyado las declaraciones de Cañizares y el mismo director de la Dirección General de Tráfico aclara al respecto que “conducir a más de 200 kilómetros por hora es delito y en seguridad vial la alta velocidad es lo que mata”. Mi amigo, al que en el cole todos llamábamos Bravo y que he recuperado gracias a las redes sociales, forma parte de los voluntarios que comparten su tragedia familiar como testimonio en los cursos de recuperación del permiso por puntos. Me comentaba, cuando le he pedido permiso para utilizar sus declaraciones, que al principio le era imposible, pero hace unos años decidió poner su granito de arena para prevenir y aportar cambios que permitan soluciones al drama que significa perder a seres queridos en accidentes de tráfico. ¡Bravo, José Antonio! Admiro tu entereza y te felicito por la decisión. Y acabo con las declaraciones de Pere Navarro, director de la DGT: “Llevamos 50 años culpando al conductor de los accidentes de tráfico porque a veces corre, bebe o se distrae, y a lo mejor si hubiésemos diseñado un sistema pensando que el conductor a veces bebe, corre o se distrae, habríamos evitado muchos accidentes”. Pero añado que mientras estos dispositivos no existan, lo único que podemos hacer es no consumir alcohol ni otras drogas y evitar el exceso de velocidad y las distracciones cuando nos pongamos al volante.