¿Lo hemos olvidado?

27 de marzo de 2020: Mi padre me llamó de buena mañana. Que si podía lavar la mascarilla. Las cuidamos como un tesoro. En casa las cosas van y vienen como un carrusel, una montaña rusa de emociones y vivencias. De momento, se mantiene el equilibrio. Por las noches repaso mi agenda de contactos del móvil. Sin daños personales. Pienso en quienes tienen dramas familiares estos días. Lo que vivimos marcará nuestro futuro durante bastante tiempo.

Unos días después: Muertos a diario a los que no podemos despedir. Sanitarios desbordados. Hospitales de campaña. Gobiernos sin medios para hacer frente al ataque del enemigo. Ingenieros e industria al servicio del combate contra el bicho. Angustia y ansiedad de la gente bunkerizada. Población civil que no puede circular libremente por la calle. Empresas que se hunden. Ir al supermercado a comprar bienes de forma escalonada y dedicando horas a hacer una compra básica. Calles vacías como si tuviéramos toque de queda. Y la solidaridad entre la gente buena. Esto último, la empatía, el cariño, la solidaridad nos ayudan a todos y a todas a sobrellevar este tiempo de aislamiento y resistencia física y psicológica.

Unos días más tarde: Hoy por fin he dormido bien. He empezado comprando pan a las 9, si no, por la tarde, ya no hay. El cercanías, vacío. Me he cruzado con patrullas policiales por Barcelona. Si vas solo, no te dicen nada. En la radio hablamos con Ainhoa. Sus abuelos residían en el centro de ancianos “Monte Hermoso”, de Madrid. Ayer falleció su abuela por coronavirus. Su abuelo está bien pero compartía habitación con su esposa. De los 200 internos, 20 fallecidos y 70 contagiados. De momento. Sin medios materiales, con un solo médico y con el personal laboral también contagiado. A los fallecidos los incineran sin presencia familiar. A la salida de la radio, de nuevo el vacío en la calle.

Así vivimos, no hace mucho. Han pasado sólo unos meses. Miles de muertos, más de 30.000, en este período. ¿Lo hemos olvidado? ¿Les hemos olvidado?