¡Que viene el hombre del saco!

ESTA ES OTRA HISTORIA

Por Silvia García

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Sé a ciencia cierta que no soy la única a la que se ha asustado con esta frase que ha ido pasando por muchas generaciones buscando que los niños se porten bien y hagan caso a sus mayores. Este personaje no existe tan solo en España, sino que está presente en países como Inglaterra (bogeyman), Italia (uomo nero) o Francia (croquemitaine).
Mis recuerdos de infancia y tanta fama me han llevado a preguntarme de dónde surge la figura de ese supuesto hombre del saco. Indagando he descubierto dos teorías de su origen. Una tiene más de leyenda, aunque con tintes reales. La otra, muy a mi pesar, es bien cierta.
La primera de las teorías está relacionada con el ferrocarril y sus inicios a inicios del siglo XIX. Resulta que su aparición no fue del todo aceptada, pese a las ventajas en el transporte que traía. Para las personas de la época era algo absolutamente extraño e incomprensible que una máquina se moviera a tanta velocidad (entendamos velocidad 30 km/h). Era tal el asombro de las gentes, que decían que dentro iba el demonio y de ahí esa locura de velocidad. Si vieran ahora el AVE se pasmaban. La cuestión es que las madres tenían calculada la hora que pasaba el convoy por cada pueblo y ya una hora antes no dejaban salir a los niños de las casas por miedo a que o bien se los llevara el diablo, o bien fueran atropellados.
Para aumentar el miedo de los padres surgió un terrible bulo. Se comenzó a decir que las ruedas se untaban con grasa de niño para su funcionamiento. Para conseguir esa grasa, unos señores iban por las calles de los pueblos con un saco al hombro y engañaban a los niños para llevárselos. Posteriormente, les sacaban la grasa y la vendían a buen precio a las compañías de ferrocarriles. Ante tal panorama, el hombre del saco se convirtió en una figura de temor infantil, aunque la historia no era cierta y no había ningún hombre buscando grasa de niños.
Pero como la realidad muchas veces supera toda leyenda y ficción, existe otra teoría de por qué se ha usado lo del hombre del saco para asustar a los más pequeños. Esta vez la historia es tan cierta como cruel.
En el año 1910, en Gádor, un pueblo de Almería, un señor llamado Francisco Ortega, conocido como “El Moruno”, estaba enfermo de tuberculosis y buscaba la manera de curarse como fuera. Ante la desesperación acudió a un curandero: Francisco Leona. El remedio que le ofreció el curandero no pudo ser más cruel y desagradable. La supuesta cura pasaba por asesinar a un niño y beberse su sangre.
Quiero pensar que la desesperación e ignorancia del enfermo le hizo creerlo como la última opción de salvar su vida y no dudó en buscar un niño al que quitarle la suya.
El inocente niño se llamaba Bernardo González y tenía 7 años. Lo engañaron diciéndole que fuera con ellos que lo llevaban con su familia, pero el niño comenzó a ver que no era cierto y se puso nervioso. Por ello, decidieron meterlo en un saco para intentar ocultar su secuestro a ojos ajenos.
El ritual se llevó a cabo, aunque como era de esperar el hombre no se curó de su enfermedad.
Afortunadamente, se logró identificar al hombre del saco (este sí real), algún familiar más que le ayudó y al curandero y pagaron por su horrible tropelía.
Él fue ejecutado y los demás fallecieron en la cárcel.
Así son estas leyendas tan usadas en el tiempo. Muchas veces guardan tanta verdad que ni tan siquiera nos paramos a pensarlo. Eso sí, este fue un terrible caso aislado. El resto de hombres del saco con los que intentaban asustarnos nuestros padres y abuelos sí eran tan solo una fábula.
En nuestro tiempo es mucho mejor asustar con apagar el wifi de casa, por ejemplo. Funciona seguro.