El no verano en Castelldefels

Si hay una ciudad en la que el verano se vive intensamente esa es Castelldefels. Bueno, pues este verano algunos vecinos hemos decidido vivir este temporada de una manera diferente. Hemos vivido el no verano en la ciudad. Y la elección no ha sido ni voluntaria ni sencilla. La pandemia nos ha obligado a cambiar de hábitos sociales. El distanciamiento social unido al riesgo de contagio en las aglomeraciones ha sido la causa fundamental. Es evidente que no todos hemos actuado de la misma forma. Desde que se abriera la veda de la actividad, en torno al día de San Juan, una vez superado el estado de alarma, muchas personas se entregaron a una actividad diría que casi frenética en torno a los espacios de ocio vinculados fundamentalmente a nuestra playa. Ahí, incluso, creo que la Administración también tuvo parte de responsabilidad. Desde los sectores públicos se alentó al reinicio de la actividad turística y económica vinculada sobre todo a la restauración, dejando en un segundo plano la situación sanitaria.
En este no verano algunas personas hemos decidido no ir a la playa, a disfrutar del mar Mediterráneo, siempre que nos apetecía. Lo hemos hecho en las horas de menor masificación, a primera hora de la mañana o a última de la tarde noche. También hemos frecuentado muy poco las terrazas de bares y restaurantes de la playa. Y tampoco hemos organizado las reuniones habituales con nuestros amigos en casa. No ha sido el miedo a la enfermedad. Ha sido el respeto a una grave crisis sanitaria y a sus letales consecuencias, ya no solo para uno mismo, sino para todas aquellas personas mayores y enfermos con patologías previas que viven en nuestro entorno más cercano.
Que se me entienda la reflexión compartida con los lectores de “La Voz de Castelldefels”. No se trata de comparar conductas ciudadanas ni de otorgar premios o castigos a los vecinos y las vecinas de la ciudad. Nunca quizás como hasta ahora nos habíamos enfrentado colectivamente a un enemigo común, y nunca quizás como hasta ahora la responsabilidad individual había sido tan necesaria para garantizar el bien común. Por tanto, cada cual sabrá cómo ha actuado y cómo se ha comportado en una estación estival tan atípica. Quizás hayamos vivido el verano más extraño de nuestras vidas. O quizás no. Quién sabe si a partir de ahora vamos a tener que enfrentarnos a otras temporadas así. Lo que sí es indiscutible es que ahora todos y todas vamos a compartir el mismo otoño y el mismo invierno, independientemente de cómo hayamos actuado en estos últimos meses. Y los tiempos que vienen no invitan al optimismo. Cuídense.