Se merece una calle: CLAIRE SANTAMARÍA DE CABRÉ

Nació en 1931 en Montbrison, un pueblo cerca de Lyon, en una familia burguesa de comerciantes maternos que la inscribieron en las mejores escuelas de la época.

Lucie, su madre, acostumbró a sus hijas al personaje de los luchadores de posguerra. “Me enseñaron a resistir.” Lucie repetía, una vez tras otra: “No hables con la boca llena, respeta a los ancianos, llevaos bien…”. De padre español, Madame Cabré decidió estudiar Filología Hispánica. Viajó a Barcelona, aceptando la invitación de una de sus hermanas, y aquí se desmayó por un amor consentido.

Llegó a la enseñanza como sustento, pero entre criaturas de tres a once años de edad encontró la vocación de los educadores. En 1954, un año después de casarse con Sebastián, un catalán que trabajaba como personal civil en el puerto en la base del ejército americano, se presentó en el Liceo Francés lista para obtener el Certificado de Aptitud Pedagógica. Cargó las tintas tan bien que, después del cuestionario final, el inspector vio en ella un alma indeleble, y la incrustó en las tablas superiores. En 1969, con el fin de ejercer su propia pedagogía, fundó la Escuela Bon Soleil, en Gavà, en un lugar desolado y cubierto de pieles de culebra, cerca de la autovía de Castelldefels. “Había tanto sol que le dimos ese nombre. Empezamos con 12 niños. El lugar era del tercer mundo: sin alcantarillas, sin teléfono, que se inundaba cuando caían cuatro gotas, pero los niños estaban contentos”. Cuando se retiró, en 1997, la escuela ya era una institución sólida y es lo que en la actualidad sigue siendo el Colegio Bon Soleil: una institución pedagógica con 1.200 estudiantes e instalaciones que ocupan 25.000 metros cuadrados. “Los maestros no solo instruyen, nosotros educamos. Y la educación es insistente. El aprendizaje debe ser con reglas, y estas no son innatas en los niños. El primer responsable de transmitirlos es la familia, y luego la escuela”. Madame Cabré estaba convencida de que tenía que preparar a las nuevas generaciones para afrontar un futuro cada vez más difícil.

Con motivo de que el Ayuntamiento de Castelldefels, en el año 2001, iba a modificar la situación de Ca n’Aimeric, entra en participaciones vecinales para defender ciertas situaciones que se producían en aquella época en el municipio, ingresando el año siguiente en el Partido Popular de Castelldefels con el fin de representar a una parte de su vecindario y, sobre todo, con el deseo de querer hacer un Castelldefels mejor.
En el año 2003, yendo en la lista del PP, es elegida concejala, en la oposición, repitiendo en el año 2007 y retirándose en el año 2011.

En el año 2010, la fue concedida la Legión de Honor por parte del Estado francés como divulgadora de la cultura francesa en el extranjero, que le fue entregada por el embajador de Francia en el consulado de Barcelona.

Fallece en su domicilio de Castelldefels el día 9 de enero de 2018.