Aeropuerto pospandémico

La pandemia que ha desbordado nuestras vidas en el último año y medio nos ha dejado una realidad propia que ha marcado un antes y un después en nuestras vidas. El covid nos ha cambiado la rutina, las emociones, las vivencias, las costumbres, nuestros miedos y hasta nuestro vocabulario. Una de las expresiones más repetidas en nuestros entornos cotidianos en tiempos de covid ha sido esa de que tras la pandemia íbamos a salir mejores. Tengo mis dudas de que esto acabe siendo así, y no solo me refiero a las personas. También albergo dudas de que eso pase con las infraestructuras, por ejemplo, con el aeropuerto del Prat.

¿En serio que después de la pandemia vamos a tener un mejor aeropuerto que el que ya teníamos? ¿De verdad hemos aprendido algo de todas las enseñanzas macabras del covid y de sus efectos perniciosos en la salud y en la economía global de la población mundial? Porque la movilidad planetaria, el modelo de crecimiento turístico y los graves efectos de la contaminación a escala mundial son elementos muy a tener en cuenta a la hora de definir o redefinir el modelo de aeropuerto que tenemos en El Prat de Llobregat.

Más de 52 millones de viajeros pasaron por sus instalaciones en el último año antes del covid. ¿Los planes de futuro tienen que pasar por ampliar la capacidad de asimilación de pasajeros del aeropuerto que linda ya con ciudades como la nuestra? ¿El único plan de los responsables de la infraestructura, Aena y el gobierno de España, debe pasar por aumentar el efecto de la masificación turística para alcanzar mayores cotas de contaminación, poniendo incluso en riesgo una zona natural como es el Delta del Llobregat? Hasta la Generalitat de Catalunya se ha mostrado favorable a la ampliación. Ya se sabe, en esto de los aeropuertos, el tamaño sí importa, aunque no sepamos muy bien para qué ni por qué.
¿No habría que apostar por modelos productivos más sostenibles, por infraestructuras redimensionadas, por una movilidad que se justifique más allá del simple desplazamiento de personas, a golpe de oleadas promovidas por compañías low cost que llenan aviones y hoteles de nuestras ciudades a precio de saldo? La pandemia que se propagó a escala global con mayor facilidad, precisamente por esa movilidad planetaria; y que ha llegado a cuestionar pilares de nuestra sociedad moderna como nuestro modo de vida, incluyendo el modelo productivo, no parece habernos cambiado en la manera en cómo vamos a destruir nuestro mundo. Vamos directos, con paso firme y decidido, a ampliar nuestra capacidad para acabar con él.