En una ciudad donde es imposible comprar un piso o alquilar una vivienda unifamiliar, nos encontramos con unos 40 vecinos que disfrutan de la jubilación ocupando su tiempo en el cultivo de la tierra.
Los huertos de Castelldefels, un espacio literario propio de una época que ya pasó o que nunca vivimos. Podemos decir que hay dos grandes arterias: una que nace en la calle Barcelona, junto al lado de la Autopista C-32, y el Canal de la Corredera central. Podíamos comparar la primera con la Puerta del Ángel de la ciudad Condal y el otro con la calle Salamanca de Madrid.
Este último está situado justo detrás del IES Les Marines, por el Camí Ral de València. Los vecinos se alegran de que los visites, y muchos te invitan a un vermut o te dicen que si vienes mañana, hacemos paella.
Te dejan entrar en su huerto, en la intimidad de sus quehaceres domésticos, te muestran con orgullo sus plantaciones y hasta los detalles decorativos de su espacio en el que guardan sus pertenencias personales, te muestran el alma…, como Manuel Vega.
Manuel Carlos Asencio Royo nos dice que sería importante que el Ayuntamiento realizara un censo para que, con tranquilidad, pudiera mejorarse este lugar degradado de la ciudad, y hacer huertos para la tercera edad…, alguien se acuerda de que un partido político quería promocionar los huertos como lugar de esparcimiento para los mayores de Castelldefels.
En el camino, Amparo nos ofrece hierbabuena. ¿Quieres huevos de mis gallinas o limones?, la gente es muy amable y amistosa, y reconocen al fotógrafo Ramon Josa al que le abren sus puertas de par en par. Muchas de estas personas han heredado el huerto de sus padres. Así, Juan Caniego, de 49 años, nos comenta que su padre hace más de 50 años cultivaba la tierra para llevar a casa tomates, patatas, pepinos, cogollos, pimientos, habas o judías.
Edgar no hace de guía en el tour porque conoce a los vecinos. En verdad son pocos los que viven aquí de manera habitual. Algunos se muestras un pocos celosos de su intimidad ante nuestra presencia, pero la mayoría tiene en el terreno una caseta para pasar el fin de semana o, quizá, intentar pasar los últimos años de sus vidas aquí, disfrutando de tener la mente ocupada, pensando en cómo mejorar el riego. Todos usan el subsuelo como alimentación aunque pase la corredera muy cerca.
Pocos se pueden pensar que en la ciudad donde vivía Messi, el rey del fútbol, hay muchos otros reyes que viven a diario con sus gallinas, sus árboles de higos, cosechan alcachofas, tomates y cuidan sus tierras como si fuesen un valor muy preciado (que para ellos sin duda lo es).
Muchos no saben dónde viven, si sus terrenos son de la Generalitat, del Ayuntamiento o de la DGT para ampliar en un futuro la autopista. Lo importante es deleitarse de los momentos vividos y por vivir, hay vecinos de todas las edades aunque prevalece la gente mayor, muy responsable de mantener el lugar en muy buenas condiciones.
Los universitarios pasan por arriba en un puente imaginario hacia la universidad, los deportistas corren por sus calles laterales y los ciclistas pasan despreocupados haciendo kilómetros.
Es un paseo para vista de una realidad, que la tenemos muy cerca de nuestros hogares.