El termostato de Borrell

En pleno debate público sobre las complejas derivadas de la guerra iniciada por Putin invadiendo Ucrania, hace unos días, Josep Borrell, alto representante de la UE en política exterior, dijo que los ciudadanos europeos podemos debilitar a Rusia “limitando el uso del gas en casa, bajando unos grados el termostato de la calefacción”, porque buena parte del gas consumido en Europa procede de Rusia. Luego el propio Borrell matizó pero, de entrada, su mensaje fue trasladar la responsabilidad de la búsqueda de soluciones al grueso de la población, esa que lleva años soportando una cascada interminable de crisis. Además, en algunos debates mediáticos se escucharon voces que dudaban de la capacidad de la gente para seguir haciendo sacrificios personales.
A veces, los despachos están a una altura demasiado elevada en los edificios públicos. Y lo mismo sucede con la planta en la que se sitúan los estudios de radio y platós de televisión. Si algunos servidores públicos y opinadores pisaran más la calle, las tiendas de barrio, el tren de cercanías, la puerta de entrada de los colegios o la sala de espera de un ambulatorio, verían a millones de personas que llevan muchos años viviendo con estrecheces. Son personas con sueldos indignos, sin tiempo para el ocio, con condiciones de vida precarias, y que han afrontado lo peor de la pandemia cumpliendo con todos los sacrificios personales que se les ha pedido.
Este es un país que, desde hace años, tiene a toda una generación de gente joven, entre los 25 y los 35 años, absolutamente desnortada por la falta de oportunidades y recursos. En la misma pirámide poblacional hay otra generación, la de los jubilados, muchos de los cuales malviven con poquísimos recursos. Este es un país en el que se sigue desahuciando (en ocasiones, a un ritmo de 20.000 desalojos anuales). Aquí sigue habiendo pobreza energética. En lo peor de la pandemia la tasa de desempleo alcanzó los 6 millones de parados. Se ha tenido que subir el salario mínimo hasta los 1.000 € porque hace solo 6 años era de 650€ mensuales. A eso hay que sumarle la cantidad de negocios cerrados por el Covid y el colapso en los hospitales con el personal de medicina y enfermería reventado y sin recursos. Y sin olvidar los 100.000 muertos por Covid, la mayoría de los cuales fallecieron en soledad.
No nos toque el termostato, señor Borrell. Tóqueselo a las 100 personas más ricas de España que, mientras todo el país compartía solidariamente la miseria y el sacrificio en la última década, aumentaban sus ganancias hasta acumular más de 150.000 millones de euros de beneficio al año. Es inmoral e indecente hacerle creer a la gente que no está dispuesta a sacrificarse por el bien común. Llevamos décadas haciéndolo. Solo los más humildes. Solo los que menos tenemos. No sea cruel con esa población a la que representa