Las Casetas de la Playa de Castelldefels

La caseta de la calle 15. Restaurant La Góndola, hou Un lugar

Emilia Segura Busqueta (1944) — María Teresa Llorach (1936)

La historia comienza con una visita a Madrid a Carmen Polo (esposa del dictador Francisco Franco), anécdota confirmada por varias fuentes consultadas. El presidente de la Asociación de Vecinos y Propietarios de la Marina, con casetas en la playa, el Sr. Francisco Playá, acompaña a las cuatro mujeres a la entrevista en tren, entre ellas, Lucía Bares Domingo de la caseta 47, Lola del Chiringuito Del Carmen y también la señora que regentaba Geny Mar, un bar de copas en la playa con calle 17. Por su arte, y vía Facebook, Marta Torras García, de la caseta nº 44, asegura que su abuela también fue a Madrid. Con el objetivo de no ser desalojados de la playa.

Aquella visita a la capital situó a Castelldefels dentro del Palacio Real de El Pardo y surtió efecto: el Ministerio de Obras Publicas encuadro la situación con una ley por la que relacionaba a Las Casetas con las propiedades que estaban realizadas de mampostería con obra de material debían permanecer y no ser derribadas; una ley que apoyó el gobierno de Franco por tratarse de unos pobres pescadores y sus casillas, según un comentario del responsable de la Marina, el sargento Lorenzo León Arroyo y confirmado por Pedro Perdiguero Ovejero, del chiringuito Lancaster, Sra. Emilia Segura Busqueta con otra acotación de Josep María Pujadó Armengot del chiringuito La Vespa.

Casetas típicas fotografiadas desde la playa de Castelldefels. Foto Ramon Josa

Emilia y Mayte son cómplices de lo que ocurría por aquellos años en la playa. La familia de la Carrasca, El Lancaster, que primero llevó Jaime Álvarez, y El Barquito de Santos García, con su espectáculo de transformismo (donde actuaba Juan Reina), un avanzado para la época. Además, en todos estos locales se comía muy bien.

Caseta de la señora Emilia Busquets frente al kiosko (calle 13)

José Segura Camacho, padre de Emilia, que venía de Sabadell, tenían la caseta nº 39 al lado del restaurante Lancaster en la calle 13, donde se halla el pino caído sobre la acera y la estatua de los Donantes de Sangre, realizada por el escultor local, Manolo Rivera. El Sr. Segura construyó la caseta con madera de cajas de huevos mientras su hija leía en las paredes la marca de los envasadores.  Él fue quien aviso al abogado Rafael Jiménez de Parga, de un antecedente obtenido en el Registro de la Propiedad de Sabadell, de que se debían respetar las obras de albañilería efectuadas en una propiedad privada o pública.

Turistas frente a las casetas derribadas

El abogado tomó nota y le pasó el caso a su empleado del despacho al letrado Sr.  Carlos Ferrandi, quien empatizó con el marido de Emilia, el Sr. Llorenç Montadas Sarrate, quien fuera presidente de la Asociación luego. El Sr. Llorenç denunció ante el rotativo La Vanguardia en 1989 la injusticia que se estaba cometiendo al derribar estas casetas y establecimientos en la playa. El tesorero de las Asociación fue José Llorente Carro, de la caseta nº 47, según nos informó su nieta Eva García Llorente.

Dos vecinos, como escudos humano frente a las máquinas ecavadoras.

Las casetas, muchas de ellas, estaban muy cuidadas y pintadas; varias tenían jardín, hasta con un poco de intimidad por los bañistas. Para el sueldo de un trabajador era costoso ir a comer a un chiringuito, así que estas construcciones se transformaban en un comedor de amigos. Como es el caso que contaba la Sra. Mayte (María Teresa Llorach) de la calle 15, según la cual muchos se reunían con ella en la caseta de madera de la Sra. Carmen para comer paella y hacer tertulia. La familia de Jaime Álvarez y “Concha” Concepción Lázaro Torcar, cuando venden el “Lancaster” a los hermanos  Perdiguero, compran la Caseta 24 muy cerca del chiringuito. Hoy las cenizas de “Concha” reposan su felicidad en la arena de Castelldefels.

El alcalde Marina ofrece hospedaje a las vecinas sin viviendas

Con una ubicación privilegiada en primera línea de mar y junto al arenoso Paseo Marítimo, las casetas empezaron a construirse allá por la década de 1940. Su primer destino fue para los pescadores, quienes guardaban en ellas todo el material de pesca y pertenencias personales.

Luego fueron utilizadas por familias de nuestra ciudad y de Barcelona como alojamiento durante la época estival. Y, por último, llegaron a ser viviendas habituales, como en el caso de Tarsicio García Martínez, “El Tero”, cuya caseta fue la última en ser derribada por encontrarse al lado del Chiringuito Patricio, en la calle 9 y el Paseo, en el año 2008.

En otra de las casetas, según Gloria Palau del chiringuito La Vespa, había un club de excursionistas de Sarrià del Centre Excursionista Els Blaus (Caseta nº 51). Y Xavi, del Costa Rica, recuerda otra con un Club de Ciclistas, Clips (Caseta nº 70), que también consta en el registro del Ayuntamiento de Castelldefels. Las mujeres y los jóvenes organizaban partidos de fútbol en la arena y Pedro, del Lancaster, les regalaba las camisetas con su publicidad (que hacían en Barcelona por medio de Horacio Matanzo, del Restaurante Pineda).

Una vecina grita y otra se desmaya frente a la caseta derribada

Uno de los multitudinarios actos de participación de los vecinos de la playa era el día de la Virgen del Carmen, el 16 de julio, día en el que los pescadores y marineros festejan a su patrona, la patrona del mar y también de la Armada española. En aquel entonces, y principalmente promovida por la Comandancia de Marina, se celebraba una procesión por la orilla de mar, cuando se permitía, o en su defecto por el Paseo Marítimo, donde se levantaban altares con imágenes de la Virgen. Actualmente, dicha procesión tiene su inicio o final en los clubes Náutico o Marítimo de nuestra ciudad con las embarcaciones y los marineros de tales entidades.

La Ley de Costas llega a nuestra ciudad en 1989 con la idea de derribar 14 chiringuitos y 58 casetas. Aquí comienza una larga lucha vecinal. Pero lo primero que el MOPU derriba es la Comandancia de Marina Naval, ubicada en la playa a la altura de la calle 14 y el Chiringuito Centro Cultural y Recreativos de los Ejércitos de Tierra, que estaba ubicado entre las calles 16 y Diagonal Ponent.

Sr Manuel Novoa Rodríguez, jefe de la demarcación de Costas de Cataluña

Hoy “Les Casetes de Garraf” son un atractivo turístico y escenario de películas y spots publicitarios por su indiscutible belleza. Nadie lo pone en duda. Nosotros, en Castelldefels, podríamos contar con lo mismo salvando las diferencias de construcción. En la calle Botigues también tenemos casas de antiguos pescadores de Castelldefels y no las utilizamos como reclamo turístico. Seguramente, la historia de nuestra ciudad nos juzgará por estas arbitrariedades con nuestra historia reciente…, que dejamos escapar.

Del momento del derribo hay fotos muy emotivas, de llanto y desolación. Todo empezó el 7 de julio de 1992. Hubo personas que hicieron frente a las máquinas excavadoras, sentadas cómodamente en sus sillas y dentro de sus instalaciones. Otras se apresuraron a sacar las pertenencias personales. El dolor se mezclaba con la desesperación y con un progreso que quería borrar de golpe todas las historias personales.

Caseta derribada de Lucía Bares Domingo de la caseta 47, junto a El Barquito

Nunca más aquellas paredes olerán al sofrito preparado por la abuela con pasión y amor, olor que llegaba hasta la carretera misma. Nunca más sus vecinas contarán los chismorreos del barrio.

La orden viene del Ministerio de Josep Borrell, el alcalde Agustín Marina Pérez, firmó un convenio para la construcción del Paseo Marítimo y el brazo ejecutor es la Dirección General de Costas, el Sr. Manuel Novoa Rodríguez, nombrado el 31 de julio de 1989 funcionario del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Jefe de la Demarcación de Costas de Cataluña

Vecinos de la caseta 32 desafiando la pala de la excavadora.

¡Qué felicidad sentían aquellas familias trabajadoras, de jornales escasos, por acceder a unas vacaciones que el cuerpo se merecía, con las limitaciones del poder adquisitivo arrastradas desde la posguerra! Los niños guardaban gratos recuerdos de sus amigos, que luego serían para toda la vida. Y hoy todavía se reúnen como es el caso del vecino José Álvarez. O el primer amor de aquella niña bonita enamorada de un guapo bañista, que no solo era un amor de verano, sino que ella deseaba transformarlo en el amor de su vida con mucha ilusión.

Seguramente, podríamos escribir muchas páginas de personas con un historial lleno de luces y sombras, propio de un guion cinematográfico de Pedro Almodóvar o “Netflix” quiere hacer una serie en capítulos, pero el tiempo deja heridas difíciles de cicatrizar y otros sueños se inmortalizan con nostalgia en la conciencia de un vecino de Castelldefels.