UN CASO DE CONCIENCIA: PONCIANO JOSÉ EXPÓSITO GASCÓN
La vida puede ser muy, muy dura, nada como una guerra para sacar a la calle lo peor de cada casa, las bestias disfrutan del sabor de la sangre (de los demás, claro), las víctimas no.
Por: ENRIC FERRER BATET
El tema es espinoso: la guerra (in)civil, y curiosos intereses que confluyen con sentimientos de dolor por pérdidas familiares, muy legítimas.
A menudo, uno tropieza sin buscarlo con cadáveres de todo tipo: desde muertos “invisibles” porque no estaban en este u otro bando, hasta otros a los que les ponen luz porque los consideran de “los nuestros”.
La historia de hoy es dura. Como otras, la he recogido hablando con las personas de este pueblo nuestro, auténticos documentos vivos, y me lo he pensado dos veces: 85 años después y sé que todavía hoy me hará daño.
Quiero hablar de Ponciano José Expósito Gascón, que nació en Gargallo (Teruel) y llegó a ser teniente de alcalde de Castelldefels por la CNT, en 1937. Así pues, ya casado, con 28 años, en 1933-1934 aparece como miembro del grupo de Caramelles ELS DE FORA.
Tuvo la desgracia de tener un pequeño camión y tener conciencia. El camión lo utilizaba para trabajar, llevaba material de construcción a obras del Prat de Llobregat. Un día le dijeron que tenía que hacer un transporte de Barcelona al pueblo, y resultó ser la carga de seres humanos que fueron trasladados a la cantera de Ca n’Aimeric, donde fueron fusilados. Los cuerpos fueron a parar al horno de cal que había algo más adelante donde desaparecieron. Algunos de los muertos eran amigos suyos, gente en general de la CNT.
La historia se repitió, y al negarse Ponciano, le amenazaron sin reparos. Hizo algunos viajes más y como no quería ser chófer de los verdugos, un día se escondió en un depósito de leña. Las mujeres de la casa decían se había ido y no sabían cuándo volvería. Les respondieron que le esperarían y que si no aparecía pronto, las fusilarían a ellas. Ante esto, Ponciano salió y como no quería ser cómplice, optó por irse voluntario al frente, donde gracias a ser un buen conductor se hizo chófer de ambulancia. Había conseguido trabajar en favor de la vida en vez de la muerte.
Por un compañero suyo, soldado, que había vuelto de la guerra y que había estado con él en la misma habitación de hospital, la familia supo que Ponciano era el primero (las ambulancias esperaban en retaguardia a que acabaran los combates para ir a recoger a las víctimas). Todavía había explosiones y él ya estaba auxiliando a los heridos. Un mal día, en la batalla de Belchite, al sur de Zaragoza (entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937), un proyectil le dio de lleno descuartizando hombre y vehículo. Ponciano, muy mal herido, perdió un brazo y una pierna y fue llevado a un hospital de Cuenca donde poco después murió. Fue enterrado en una fosa común, por eso la familia no pudo recuperar el cuerpo para enterrarlo en casa.
Esta historia fue conservada por la Sra. María Dolores Expósito Maldonado, su hija, la Sra. Mª Dolores García Granero, su suegra, la Sra. Mª Maldonado García, su esposa, la Sra. Dolores García, su tía, su hermano, el Sr. Antonio Expósito, su prima, la Sra. Ana Molina Fernández, y por el Sr. José Ramón Gómez Expósito, policía de Castelldefels, su nieto, que pasó tiempo siguiendo el rastro de su abuelo en Cuenca. Mi sincero agradecimiento a todos.