“Nadie es más arrogante, violento,
agresivo y desdeñoso contra las mujeres,
que un hombre inseguro de su propia virilidad”.
Simone de Beauvoir, filósofa y escritora.
Estos días de puente de diciembre, una amiga me envía una noticia por mensajería que me causa un gran estupor al leer el titular: “Militares del cuartel del Bruc sortean una prostituta con motivo de la Purísima”. Me adentro en el cuerpo de la noticia y mi horror aumenta: un grupo de soldados quería recaudar dinero para la fiesta de la compañía que justo es el día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción.
Es paradójico que justo el día en el que se conmemora para la iglesia católica la máxima expresión de pureza y virginidad, se sorteen los servicios de una prostituta. Pero seguramente la mayoría de las lectoras y los lectores saben que esta dicotomía existe desde hace siglos y continúa en la actualidad para someter a las mujeres a unos estereotipos y cánones imposibles de seguir: o somos santas o putas, no hay término medio.
Ya en la Biblia existen estas figuras antagónicas, la Virgen María y María Magdalena, que se perpetúan hasta la actualidad, aunque de manera suavizada en algunas ocasiones, pero ambas cosifican a la mujer. Es decir, reducen a la mujer a la condición de cosa que se puede venerar, comprar o sortear.
Espero que la persona responsable –y apelo a la ministra de Defensa, concretamente- tome cartas en el asunto, pero le aconsejo que no expulse a los incitadores ni a los seguidores de la susodicha rifa del cuartel, sino que los obligue a trabajos a la comunidad en un programa que atiende a mujeres maltratadas o en una asociación que asiste a víctimas de trata. Creo que será más ejemplarizante y quizás hasta más efectivo. Agradezco profundamente a los soldados que no quisieron participar y sobre todo a los que denunciaron los hechos. Me hace sentir algo optimista respecto al devenir del ser humano.
Y como me apetece seguir repartiendo, manifiesto mi sorpresa ante las declaraciones de algunas mujeres, entre ellas la alcaldesa de Barcelona, que expresan su indignación por el sorteo de una prostituta, pero a la vez consideran la prostitución como un trabajo que hay que legalizar. A mi parecer, deberían revisar sus principios y conceptos sobre un sistema que protege los privilegios de los hombres para el uso y abuso de las mujeres sin ningún cuestionamiento. Porque la prostitución es una violación de los derechos humanos incompatible con la igualdad y quien defiende su legalización, no puede llamarse feminista.