El alma de la Barceloneta en Castelldefels
Pedro Álvarez Sánchez y Gloria Gran adquieren el chiringuito con la visión y la idea de un establecimiento similar al de la ciudad condal, El Avión, propiedad de Don Vicente Lladró Iranzo. Un local tradicional en la Barceloneta que había sido derribado en abril de 1991.
Según un relato de Miquel Lladró Gran (1943), vecino de Castelldefels de la Avda. 304, sus tíos Pedro y Gloria, que vivían en Barcelona cerca de la Vall d’Hebron, se trasladan a la playa de Castelldefels. Pedro tenía un taxi en Barcelona, que abandona, y Gloria, hermana de su madre, se ocupa de la cocina de Tío Joaquín, con la ayuda de sus hijos.
El establecimiento estaba ubicado en dirección Gavà, en la c/ 23, después del Bellavista de los hermanos Joan y Jordi Mir, y antes del Pilufa. Su característica visual eran todas las banderas de Europa rodeando el restaurante, y sus principales clientes eran los alemanes. Pero hay una tradición gastronómica que viene con la familia Lladró-Gran, de la mano de Don Vicente, quien el 14 de julio de 1946 abrió las puertas del merendero El Avión, en la playa de la Barceloneta. Junto a él muchos otros, que a pie de playa servían todo tipo de pescado fresco, parrilladas de marisco, frituras y sobre todo paellas.
Y hoy continúa en Castelldefels la cuarta generación con un local adquirido en 1962 por el patriarca de la saga y con la misma filosofía de sus inicios. El Chiringuito Tío Joaquín, con esa misma idoneidad y jerarquía, implantó en la playa de Castelldefels un criterio profesional en su servicio y en la calidad de sus productos.
Pedro Álvarez, su propietario, perteneció a la Quinta del Biberón, que fue el nombre que se dio a los reclutamientos obligatorios de población civil para servir en el ejército, de 1938 y 1939, en todo el territorio que aún controlaba la España republicana durante los últimos años de la guerra civil española. También compró El Barquito, que alquiló al Sr. Santos. Su hermano, Jaime Álvarez Sánchez, con su mujer Concha y sus hijos José y Jaime, en el año 1970 explotaba el Chiringuito El Lancaster, que luego vendieron a los hermanos Perdiguero.
Hay un monumento en la Barceloneta en homenaje a los chiringuitos de la ciudad condal: la escultura La Estrella herida, también conocida como Los Cubos. Oficialmente, la escultura simbolizaría una estrella herida que ha caído del cielo. Para ello, la escultura se ayuda de una luz interior. La escultura de Los Cubos de Rebecca Horn, de 10 metros de alto y formada por 4 bloques de acero, es un homenaje a los chiringuitos de la playa y a las habitaciones de las casas del barrio.
Esperemos que en Castelldefels cunda el ejemplo por la herencia que dejaron aquellos históricos chiringuitos en Castelldefels y que dinamizaron la playa en su momento. Por el éxito y la popularidad con que cuentan actualmente habría que rendirles un homenaje.