Por Silvia García
ESTA ES OTRA HISTORIA
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Aunque con solo leer el título resulta bastante sencillo imaginar el tema del que voy a hablar, quisiera aclarar que no trata sobre nada relacionado con personas paseando entre cebras por la sabana africana.
Aquello sobre lo que trataré está mucho más presente en nuestro día a día. Los pasos de peatones o pasos de cebra. Un elemento presente en todos nuestros pueblos y ciudades. Sobre ellos pasamos a diario sin cuestionarnos en qué momento a alguien se le ocurrió pintar unas rayas en el suelo para dar prioridad de paso a aquellos que van a pie.
Quizá, la primera idea sea que es algo reciente, ya que hasta hace cosa de un siglo no había prácticamente coches en circulación. Pero, claro, desde bien antiguo ya había caballos, carros o carruajes que convivían con peatones. Aun así, por aquel entonces, el que tenía prioridad era el que tenía poder, que habitualmente era quien iba sobre los caballos y carruajes y al resto solo le quedaba esquivarlos para no ser atropellado. Aun así, como casi siempre, encontramos en la antigüedad posibles similitudes con lo que hoy conocemos como paso de peatones.
La famosa ciudad de Pompeya, víctima de aquella fatal erupción volcánica del Vesubio que la sepultó en cenizas, nos da ese primer vestigio.
Allí no se temía por los atropellos, sino por la suciedad. Se ha observado que se colocaban adoquines en paralelo sobre las calzadas para poder cruzar de un lado a otro sobre ellos. De esta manera no se pisaba la suciedad y el orín que pasaba por las calzadas. Aunque te libraras de pisar, el olor haría que no fuera nada agradable pasear por la ciudad.
Pasaron los siglos (muchos) y el coche hizo su aparición a finales del siglo XIX, aunque su uso extendido aparece ya en el siglo XX. Para la sociedad que convivió con aquellos primeros coches, ir por la calle se debió de convertir en algo más arriesgado de lo que había sido hasta entonces.
Ahora había unas máquinas movidas por hombres a las que debían esquivar por las calles. Obviamente, ni las normas de señalización ni de conducción eran las actuales.
En el año 1949, en Reino Unido, cansados del incesante aumento de atropellos a peatones, decidieron pensar en una solución. Fue George Charlesworth quien ideó pintar unas señales en la calzada que darían prioridad al peatón que cruzara sobre ellas. Se pintaron inicialmente en amarillo o azul.
Posteriormente, el color blanco es el que los caracteriza mejor y los hace visibles. Además, debido a ese juego de colores entre el gris o negro de la calzada y el blanco de las rayas, los hemos acabado bautizando como pasos de cebra. Imaginación al poder.
Los 1.000 pasos de peatones pintados por todo Reino Unido fueron todo un éxito, ya que se comprobó un notable descenso en los atropellos desde su aparición.
Y desde Reino Unido al resto del mundo, o a casi todo, ya que seguro que todos hemos estado en algún país donde los pasos de peatones brillan por su ausencia.
Por último, un detalle importante. Recordad que hay que mirar siempre antes de cruzar.